¿Cómo influyen las redes sociales en la configuración actual de nuestra sociedad?
La influencia de la tecnología de la información y las redes sociales.
Desde principios de los años cincuenta, la creación y el desarrollo de herramientas tecnológicas y digitales provocaron un cambio destacado en la forma en que se transfería la información. Desde ese momento comienza la denominada era digital en la que el intercambio de datos está bien difundido, con un acceso fácil y adquirido a través de cualquier dispositivo electrónico. Estos dispositivos y sus aplicaciones, incluidas en la denominada tecnología de la información y la comunicación (TIC), incluyen la subestructura digital y analógica, engranajes y widgets que permiten a las personas y organismos intercambiar datos de manera normal y consistente.
Su expansión ha dado lugar a que en la actualidad se utilicen no solo para comunicarse sino también para vender, comprar, promover ideas o recibir comentarios. Las redes sociales son aplicaciones y plataformas basadas en web o móviles creadas para facilitar la comunicación con otros usuarios mediante la generación y el intercambio de contenido, como texto, imágenes o videos. Estas conexiones se basan principalmente en el teléfono, mediante el cual los usuarios publican, comparten y comentan estos sitios. Además, en términos de sistema de comunicación, las redes sociales e Internet son paralelos, ya que ambos se basan en búsquedas fáciles, participación pública y gratuita, diálogo, comunidad y sistemas de retroalimentación rápida.
Relacion social con la ciencia y la tecnología.
Se sabe que la ciencia y la
tecnología se han convertido en ramas de la actividad inseparables de la vida y
el progreso de la sociedad desde hace varias décadas. Ambos conceptos están hoy
tan interrelacionados que han llegado a considerarse como uno solo.
La ciencia y la tecnología
constituyen hoy un poderoso pilar del desarrollo cultural, social, económico y,
en general, de la vida en la sociedad moderna. A tal punto llega su influencia
que la vida actual se ha visto inundada en todos sus aspectos por una creciente
avalancha de productos procedentes tanto de una esfera como de la otra, cuya
utilización sistemática se ha impuesto como condición para el desarrollo en
esta etapa histórica.
Tanto la ciencia como la tecnología se han convertido en una fuerza productiva inmediata de la sociedad moderna, es decir, en un factor necesario del proceso de producción que ejerce una creciente influencia no sólo sobre los elementos materiales de las fuerzas laborales, sino que alcanza también a todas las esferas de la actividad humana. La utilización sistemática de los conocimientos científicos y de las nuevas formas materiales generadas en el sector tecnológico, se ha impuesto como condición para el desarrollo social. Su utilización constituye una de las tendencias que con mayor fuerza caracteriza a la sociedad moderna y ejerce en ésta un empuje cada vez más creciente.
Impactos del desarrollo científico.
La ciencia es la mayor empresa
colectiva de la humanidad. Nos permite vivir más tiempo y mejor, cuida de
nuestra salud, nos proporciona medicamentos que curan enfermedades y alivian
dolores y sufrimientos, nos ayuda a conseguir agua para nuestras necesidades
básicas, suministra energía y nos hace la vida más
agradable, pues puede desempeñar un papel en el deporte, la música, el ocio y
las últimas tecnologías en comunicaciones. Finalmente, aunque no por ello menos
importante, la ciencia alimenta nuestro espíritu.
La ciencia ofrece soluciones
para los desafíos de la vida cotidiana y nos ayuda a responder a los grandes
misterios de la humanidad. En otras palabras, es una de las vías más
importantes de acceso al conocimiento. Tiene un papel fundamental del cual se
beneficia el conjunto de la sociedad: genera nuevos conocimientos, mejora la
educación y aumenta nuestra calidad de vida.
Responsabilidad y ética acerca de los avances tecnocientíficos.
¿Qué es la responsabilidad? El
llamamiento a la responsabilidad impregna todo el discurso ético tradicional,
ya esté centrado este en la virtud, los derechos, los contratos, la utilidad o
el deber. Si bien la responsabilidad está presente en la teoría moral
generalmente aceptada, aún está pendiente de ser revelada o interpretada.
El debate sobre la
responsabilidad ha sido igualmente pronunciado en el campo de la ciencia. Las
iniciativas para definir la responsabilidad de los científicos han ido en la
línea de un refinamiento de la visión de la Ilustración de que la ciencia
permite conocer la verdad, y que por tanto beneficia en todas las
circunstancias y de forma fundamental a la sociedad. Desde la perspectiva de la
Ilustración, la principal responsabilidad de los científicos es simplemente
dedicarse a sus disciplinas y ampliarlas.
Desde el año 2000 la ciencia
se ha convertido en un campo de batalla sobre el que se lanzan interpretaciones
contrapuestas del concepto de responsabilidad y los intereses en materia de
política.
Los científicos tienen la
obligación de realizar su investigación de forma responsable.
Necesitamos una ética para el
mundo y su cuidado. Por eso, esta ética debe ser una ética de la
responsabilidad. Y las cuestiones a las que dar respuesta son: quién debe
responder, de qué y ante quién. La ética desde la que entender qué tipo de
tecnociencia queremos, y cuál no, debe ser la ética cívica. Esta no nos dice
cómo debemos vivir, pero sí ha de garantizar la vida en condiciones de
dignidad, autonomía y justicia para todos. Desde ese marco genérico de los
derechos humanos necesitamos pensar juntos en el mundo que creamos.
La ética en la era de la tecnociencia
deber ser cívica, para la aldea global, de acuerdos de mínimos para todos, sin
excluir a nadie. Debe ser una ética que amplíe la libertad y no la someta a
riesgos desconocidos, como el riesgo de perder la libertad misma.
Una ética para la era tecnocientífica
exige pensamiento en acción, es decir, capacidad crítica y racional concertada.
Para ello necesitamos transferir conocimientos, también de ética. Y, más allá
de la ética personal o profesional, y de nuestras intenciones o buena voluntad,
una ética cívica y organizativa para acordar y concordar cómo compartir una
Tierra que vale la pena cuidar y en la que cuidarnos.
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